Dejó puertas abiertas para recibir la vida que golpeaba su cara. Nada detenía sus pasos en el camino. Respondió sonrisas. Habló con abrazos y se confesó en sueños los pecados que dolieron escuchar. La catarsis de verdades fue absolutamente irrelevante. Las palabras se volvieron bofetadas. El tiempo y el espacio fueron comunes a su juicio y ya no mereció la pena negar la evidencia que amanecía delante de sus ojos. Su mirada esquiva recibió infinidad de alegrías rompiendo las acusaciones que la balanza nunca declinó en bondades. Ahora recorro su geografía y no tengo escapatoria. Ahora las horas están de acuerdo para estar juntas. No hay ley que demande actitudes. No caben desengaños ni traiciones. El durante fue certero y se mantuvo en pie desde que decidió levantarse.
Luego, se dejó caer al abismo.
Luego, nunca fue tan real.
Luego, llegó a lo más alto.
Luego supo que era verdad porque al fin sonreía…