Mis ojos sudaron de frío ante el infinito silencio, condenando palabras encalladas.
Naufragó un abismo sin rescate.
Separó y unió.
Quemó y congeló los escasos momentos en que tocamos el universo.
Desfiguró el ruido hasta golpear el altar de lo prohibido.
Entonces,... el castigo fue justo.
El castigo fue un privilegio.
El castigo provocó la desconfianza cerrando ventanas en blanco y negro.
Acobardado abandono que nunca dependió de nuestro valor.
Ahora están en paz tu pasado y el mío.