Hoy podría
equivocarme y golpear tu puerta para verte sonreír y ante tu sorpresa,
regalarte un puñado de destellos al tenerte frente a mí.
Hoy podría equivocarme y ofrecerte mis latidos en voz alta, invitarte a volar por los atajos de mi corazón.
Pero tus palabras duelen más que tu silencio y tu silencio duele más porque hace ruido y esos ruidos me duelen más que tus palabras.
Hoy podría equivocarme y ofrecerte mis latidos en voz alta, invitarte a volar por los atajos de mi corazón.
Pero tus palabras duelen más que tu silencio y tu silencio duele más porque hace ruido y esos ruidos me duelen más que tus palabras.
Hoy podría gritar melancolías otoñales, añoranzas convertidas en palomas
mensajeras o guardar tu mismo silencio para no golpear tu puerta.
Ante mi
sorpresa estas en el aire y puedo respirar tus latidos en voz baja.
Tus palabras y tu silencio deberían ser el atajo ignorado para dejarte volar.
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