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1 de noviembre de 2020

 Hoy podría equivocarme y golpear tu puerta para verte sonreír y ante tu sorpresa, regalarte un puñado de destellos al tenerte frente a mí. 
Hoy podría equivocarme y ofrecerte mis latidos en voz alta, invitarte a volar por los atajos de mi corazón.
Pero tus palabras duelen más que tu silencio y tu silencio duele más porque hace ruido y esos ruidos
  me duelen más que tus palabras.
Hoy podría gritar melancolías otoñales, añoranzas convertidas en palomas mensajeras o guardar tu mismo silencio para no golpear tu puerta. 
Ante mi sorpresa estas en el aire y puedo respirar tus latidos en voz baja.
Tus palabras y tu silencio deberían  ser el atajo ignorado para dejarte  volar.

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