Busco en el baúl de los aromas cuatro palabras que rimen y concuerden.
No busco tus huellas, pero voy de tu mano. Me acerco, te acercas.
El deslizamiento es lento intentando conocerte. Como dos tímidas estrellas que desprenden su luz en una fría noche de enero. La misma que emanan tus ojos ante mi cuerpo casi desnudo.
Observo el movimiento de tus labios susurrando mi nombre entre beso y beso, yo nunca te nombro, pero te reclamo. Resbalan tus manos buscando una reacción, tu instinto se libera.
Me agarro a tus brazos, me enrosco a ellos, empiezo a viajar, te dejas navegar. Bajo, subes, subo, bajas... No importan las geografías, inventamos otras. Como respuesta a cada te quiero, mi mente vuela en un camino compartido acelerando el acceso al placer. Juego con tu espalda rozando mi piel en ella, mi boca va dejando surcos. Nos percibimos, cantamos a dúo las notas mas escondidas.
Somos guitarras sin cuerdas afinadas, un tierno debate nocturno.
Derretimos el hielo emborrachándonos de excitación y orgullosas de la conquista, terminamos nuestra danza.
Mis mejillas ya descansan en tu hombro. Sonríes, sonrío, la noche se desgarra invadida por el cansancio.
Las sabanas cubren nuestro abrazo, abrigando el poema que acabamos reinventar…