Tu abandono abre las puertas del otoño.
Mis ojos sudan de frío ante el infinito silencio al que nos has condenado.
Las palabras encallan en tu orilla.
Naufragan sin rescatarse de este abismo que nos separa y nos une, que nos quema y congela los escasos momentos en que tocamos el universo.
Mi abandono te abre ventanas en blanco y negro.
Tus ojos se congelan ante el ruido que los días te golpean, machucando el altar de lo prohibido.
El castigo es justo.
Tanta fascinación hizo que envidiaran el momento en que tu y yo imaginamos mantener la mirada.
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