Quien mira tus ojos dormidos sueña con océanos que se cuelan atrevidamente entre la comisura de tu boca. Esos hoyitos que despliegan tus velas al volverse mar revuelto de noche, mar tranquilo de día.

Entre las cajas apiladas de mi espacio cotidiano, no logro encajar la pieza que cubre el silencio de silencios. Estar contigo me calma, da paso a recordar el momento que cruza la frontera de la broma y el acierto. Refuerza el encanto con veladas que conquistan la ilusión perdida, convirtiéndote en ladrón de mi fortuna. Me conmueve tu existencia. Tu presencia me ata libre. Te elijo lazarillo de las noches oscuras porque quien besa tu boca, se humedece con palabras ajenas. Se reconoce y respira.

Quien coge tu mano, se engrandece, mira tu sonrisa y regresa a ella para siempre.