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1 de octubre de 2020

Anoche, mientras caminaba hacia casa y la brisa húmeda y fría de la Barcelona otoñal se calaba por el escote de la camisa acomodándose en mis mejillas, leí un cartel pegado junto a miles de carteles, una frase que decía: “el día 4 de noviembre habrá para todos un mismo Dios”.
Intente descifrar el mensaje, a que Dios podría referirse?... Y mientras deducía miles de posibilidades me encontré una vez mas pensando en ti… Pensé en un mismo solo para nosotras y si no un Dios, si la fuerza y la fe necesaria para recorrer el camino.
Y volví a hacerme preguntas… ¿que camino? ¿Nos esperan grandes ilusiones? ¿Juntas? ¿Querremos algún día lo mismo?...Se me encogió el estomago y mis latidos resonaron en mis huesos por la oscura y vacía calle.
Me gustaría darte parte de ese espíritu que me envuelve desde que estas en mi. Quiero que seas feliz. Que consigas esa paz perdida hace tiempo, esa paz que yo mismo busco.
Estoy aquí porque quiero que alcances lo que buscas, conmigo o a través de mi. Quiero darte mi apoyo, ser sustento de tu alma cansada y aturdida. Quisiera que ese Dios que llevamos todos adentro te mimara y cuidara en los fríos que nos acompañan, durante los largos y cortos días, los ratos felices o infelices que se convierten en nuestra sombra a cada paso que damos.
Decirte lo que siento ya ha quedado escrito entre papeles y recuerdos, entre nostalgias y dudas… Mi presencia quiere seguir a pesar de todo, a pesar que no resulte una historia que nos una a través del amor… pero si será una historia entre tu y yo, y eso nadie podrá arrebatárnoslo, ni siquiera nosotras mismas.
El día 4 de noviembre habrá para todos un mismo Dios… Quizás sea un gran motivo para compartirlo tu y yo.

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