Déjame estar...
Déjame quererte aunque no puedas estar conmigo.
Déjame la ilusión de salvar la razón para que todo tenga un sentido...
Déjame temblar sin estar junto a ti.
Hagamos que fluya para que podamos compartir sonrisas.
Cuanto más alejas tu presencia, mas te acercas a mi sombra.
Déjame aunque los dioses no lo consientan, porque su autoridad es suavemente prepotente y quizás aprenda a saborear el paraíso.
Déjame quererte despacio y me sorprenda un manantial de sentimientos para besarte el corazón.
Cuantas más palabras dejamos de pronunciar, más silencios solitarios ponen música a este vértigo placentero, que ya se acomoda en mis días.
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